Un valor imaginario

lunes, enero 30, 2006

Siderian. A modo de introducción.

Mi primer contacto con Siderian tuvo lugar hace cinco años. Fue por casualidad, como buena parte de las cosas que ocurren en la vida. Acababa de salir un cuento mío en algún lado, no recuerdo cuál ni dónde. Fuera el que fuera, se lo pasé a una amiga para que lo leyera. Al cabo de unos días me lo devolvió, que no le había gustado mucho, me dijo en un brusco arrebato de sinceridad, pero que a su abuelo, al que definió exactamente como “que es de los tuyos”, le había gustado una barbaridad.

−¿De los míos? −pregunté

−Si, un raro de esos. Un friki.

−Ah, vale.

Al día siguiente pasé por su casa a buscarla para ir a tomar algo. En vez de esperarla en el portal, como siempre, me dijo que subiera, que su abuelo quería conocerme. Lo único que sabía de él era que había dejado Polonia hacía cuatro años para venirse a Vitoria, donde vivía su hijo −el padre de mi amiga−. Se llamaba Czeslaw Mincovsky y era un hombrecito pequeño, apergaminado, de pelo escaso y cano, con los ojos extraordinariamente brillantes para su edad y una permanente expresión de maravillada perplejidad en el rostro. Iba vestido con una bata marrón y unas pantuflas a juego.

No había pasado ni dos minutos hablando con él cuando se levantó y salió del salón. Quería enseñarme algo que, según decía, me iba a encantar. Volvió al cabo de un rato con una caja metálica y sacó varias fotografías de ella. Me tendió una.

Era una foto en blanco y negro que mostraba una plazoleta de pueblo, con un gran edificio al fondo engalanado de manera curiosa. Su fachada estaba cubierta de planchas de metal y cristal y habían dibujado un curioso símbolo sobre la puerta: una gran circunferencia partida en dos, la mitad superior contenía varias estrellas de distintos tamaños, en la inferior se veía una esfera rodeada por una corona de llamas.

En el primer plano de la foto se alineaban cinco personas, todas vestían unos estrambóticos trajes espaciales negros y llevaban unos cascos de cristal que casi parecían peceras. Tras ellos había un perro, un viejo pastor alemán. También llevaba casco. Toda la foto rezumaba algo que sólo se podía calificar como de un obsoleto futurismo.

Czeslaw señaló al hombre situado más a la izquierda.

−Soy yo en el festival de la cosecha de 1963 −me dijo.

Yo no comprendía absolutamente nada y así se lo hice saber.

Fue entonces cuando me habló de Siderian.

Ese es el nombre de un serial radiofónico que se emite desde hace más de setenta y cinco años en una pequeña emisora local polaca. Es un Space Opera con toques de fantasía y terror, una historia río por la que han pasado cientos de personajes y que ha llevado a sus oyentes de un confín a otro del universo −y a más de una realidad alternativa−. No ha faltado a su cita ni un solo día en todo esto tiempo, ni siquiera durante la ocupación alemana dejaron de emitir −es más, un agente de las SS aficionado a la ciencia ficción colaboró como actor en el programa, ignorante de que en sus diálogos −marcadamente antisemitas, por supuesto− había mensajes en código para los aliados−.

El programa lleva sumadas más de nueve mil horas de emisión. Ya no es sólo un programa radiofónico, es un fenómeno social −limitado, eso sí, a una pequeña zona situada en un valle en los Carpatos− de tal calado que al pueblo donde está ubicada la emisora se le conoce más como Siderian que por su verdadero nombre. No es algo minoritario en ese lugar, se podría decir que el serial es el centro de la vida social y cultural del pueblo, hasta el punto de que se discuten los acontecimientos de la serie con el mismo interés con el que se puede discutir de política real o deportes −por poner un ejemplo: en el verano de 1974 se anunciaron elecciones democráticas en la base orbital Siderian y fueron los habitantes del valle quienes eligieron al nuevo gobierno. Hubo dos semanas de campaña electoral donde los actores que interpretaban a los líderes de las distintas facciones en pugna por el poder, dieron discursos y mítines por toda la localidad. Votó el noventa y siete por ciento de la población−.

Por supuesto la existencia de algo semejante me dejó perplejo.

A lo largo de los siguientes meses vi a Czeslaw Mincovsky con frecuencia. Siderian era básicamente el único tema del que hablábamos, aunque a decir verdad yo hablaba bastante poco. Me limitaba a escuchar todas las historias que Czeslaw tenía a bien contarme. Llegó un momento en que comencé a apuntarlas porque conozco mi mala memoria y sabía que se me iban a olvidar la mitad. Aquí trataré de ir contando algunas de ellas, las que más me impactaron. Y es que setenta y cinco años de emisión dan para mucho. Para más de lo que yo podía imaginar en un principio, para más de lo que los propios creadores del serial podían llegar a concebir cuando se embarcaron en ese maravilloso proyecto.

En Siderian ha ocurrido de todo: desde muertes de actores en antena que coincidieron con el preciso instante de las muertes de los personajes que interpretaban, hasta batallas campales en el pueblo cuando tras un motín en la base de Siderian, los partidarios de los rebeldes y los fieles al mando sideriano decidieron dirimir sus diferencias a pedradas en la plaza. Desde perros actores −el can en cuestión se llamaba Vlady y fue una imposición de la clínica veterinaria que durante unos meses patrocinó el programa− hasta enamoramientos entre actores que tenían su reflejo en la vida real −y viceversa−. Sí, hay muchas historias por contar, de cuando en cuando me asomaré por aquí para dejaros una.

Os dejo con la traducción de la sintonía que abrió el programa desde el inicio de la emisión hasta 1955:

“Llega la oscuridad. Llega la noche y la llama. Llegan los dragones, la muerte y la nada.

Y entre nosotros y ellos sólo se interpone un lugar.

Siderian es su nombre.”

miércoles, enero 18, 2006

Crítica de un planeta impuro de Immanuel Kuhn

Poco conocida es la faceta del célebre filósofo de la Ilustración Immanuel Kuhn como escritor de ciencia ficción, lo que es una verdadera lástima, ya que es autor de una interesantísima novela-ensayo filosófica precursora de la ciencia ficción que posteriormente tanto influiría en escritores contemporáneos como Filippe Ubique.

La obra más imperativamente categórica de Kuhn es, sin duda alguna, Crítica de un planeta impuro, en que un joven filósofo alemán se ve trasladado milagrosamente a otro planeta mientras está soñando con darle la vuelta a un calcetín y, al despertar, se encuentra en un mundo completamente diferente, lleno de extrañas criaturas y fenómenos sorprendentes.

En el libro, el Filósofo (que es llamado así a lo largo de todo el texto) se encuentra tumbado en la entrada de una extraña mansión de apariencia medieval llamada Villa Datum, con un inmenso portón de madera atrancado. El Filósofo, que no da crédito a sus sentidos, decide llamar a la puerta. Acto seguido, ésta se abre y se le presenta el mayordomo de la mansión: Mr. Noumen. A partir de aquí, se despliega ante nuestros sentidos un maravilloso mundo de formas, situaciones y aventuras realmente espectaculares.

La apertura de la puerta no es sino una metáfora de la apertura al conocimiento vedado inicialmente a nuestros sentidos. Al igual que en las Crónicas de Narnia de C. S. Lewis todo un mundo maravilloso se encuentra más allá del fondo de un armario, Kuhn nos presenta un universo lleno de imaginación detrás del portón de Villa Datum. No me extrañaría que Lewis se inspirase en este precursor para crear parte de su universo fantástico.

La sucesión de diálogos entre el Filósofo y Mr. Noumen es prodigiosa. Mientras que el primero no quiere creer en lo que ven sus ojos, el segundo trata de convencerle utilizando ingeniosos sofismas, que rápidamente son rechazados, a veces con ciertos toques de humor negro.

La novela es algo densa, como suelen ser los libros de filosofía del autor, aunque está escrita con vocación de amenidad. No obstante, ello no desmerece una trama bien conseguida, unos personajes sólidos y un lenguaje algo barroco pero cargado de una fuerza poco usual en las obras de la época.

Sencillamente, es un libro a leer por quienes gustan de considerarse completistas en el mundo de la literatura fantástica. Aquellos que sostienen que la ciencia ficción es algo más que sagas inacabables y apuestan por contenidos de mayor valor literario, deberían hacerse con esta novela, difícil de conseguir, aunque posiblemente se encuentre disponible en algunas bibliotecas o en alguna tienda de libros de viejo.

martes, enero 17, 2006

Redescubriendo a Tod Eldritch

Tuve la ocasión de conocer a Tod Eldritch -seudónimo tras el que se oculta uno de los escritores españoles de género fantástico más entrañables- en uno de mis viajes por Soria hace ya algunos años, particularmente en una de las ocasiones en las que me detuve en el pequeño pueblo en el que nació mi madre, Castillejo de Robledo.
Castillejo de Robledo es un pueblo coqueto, situado en la confluencia de tres provincias: Burgos, Segovia y la misma Soria. Posee cierta fama, pues forma parte del Camino del Cid y tiene un castillo -o lo que queda de él- bastante atractivo. Lo curioso fue encontrar allí a Tod Eldritch, y más aún tener la oportunidad de charlar con él y conocer su obra en profundidad.
Porque Tod Eldritch es uno de esos escritores tímidos, introvertidos, desconocidos tanto por el gran público como por el fandom más irrendento, que necesitan ser reivindicados para que su obra salga a la luz.
Recuerdo que, tras tomarnos unos vinos, me dejó un ejemplar de Réplicas en Paraíso, su primera novela y quizá la más fresca, la más vital. Quedé asombrado, realmente asombrado. Los que me conocen saben que adoro la prosa y el sentido de la aventura de Jack Vance, y la obra de Eldritch exhalaba ese aroma a clásico por los cuatro costados. Un space-opera aventurero en toda regla, de los que da gusto leer, pero además con un transfondo cínico, melancólico, que tanto agrada al lector curtido.
Entablamos una amista a través de cartas y viajes, bien de Tod Eldritch a Madrid, bien míos a ese pueblo tan maravilloso que he redescubierto a través de sus ojos. Con el paso del tiempo he leído todos sus libros, e incluso me he atrevido a reinventar su figura en un relato, Recuerdos de mi hermana, convirtiéndolo en el fantasma que siempre quiso ser, y he visitado Waheri en otro, El instante más triste, atraído por ese mundo fantástico, inabarcable, lleno de maravillas y de horrores.
Sirva esta primera entrada como un apunte, un pequeño esbozo de la figura de uno de los escritores que más me ha impresionado, tanto en su obra literaria como -y esto es mucho más difícil, mucho más hermoso- en su faceta humana.
Tod Eldritch merece ser redescubierto, merece ser reeditado, y que su obra no se pierda entre las toneladas de libros insulsos que año tras año se editan en nuestro país.
Ah, y como último apunte, él mismo (espoleado por mi entusiasmo y, si se me permite, con algo de ayuda por mi parte) ha abierto una ventana en la red de redes para sus lectores.
Bravo, Tod.
Yo creo en tí.
Espero que pronto muchos más lectores puedan hacerlo.

lunes, enero 16, 2006

Presentación

Bienvenidos a este nuevo blog que es 'Un valor imaginario', un proyecto nacido de mentes calenturientas donde podréis encontrar una serie de reseñas de obras injustamente olvidadas, de gran calidad y poco conocidas para el gran público.

La intención es ir actualizando el blog con una cierta frecuencia para deleite de los fandomitas más recalcitrantes, buscadores de joyas cubiertas de polvo sobre las que ahora trataremos de arrojar luz y que han sido injustamente marginadas por los críticos tradicionales y tradicionalistas.

La idea de este blog surgió de una tertulia secreta en las más altas esferas, tras una tormeta de ideas. Lamentablemente, sufrimos bajas debido a la electrocución de alguno de los componentes del grupo, cosa que lamentamos profundamente, aunque no hicimos ascos a bebernos sus cervezas.

Es verdad que la idea original no era exactamente ésta, pero tras convencernos de que montar un criadero de salmones en Murcia no era muy buena idea y unas cuantas cervezas más (aunque parezca increíble, era cerveza sin alcojol) llegamos al formato actual.

Esperamos que disfrutéis de la lectura tanto como nosotros disfrutamos con la creación de estas reseñas que tratan de hacer justicia a los grandes olvidados del fantástico.