Un valor imaginario

martes, enero 17, 2006

Redescubriendo a Tod Eldritch

Tuve la ocasión de conocer a Tod Eldritch -seudónimo tras el que se oculta uno de los escritores españoles de género fantástico más entrañables- en uno de mis viajes por Soria hace ya algunos años, particularmente en una de las ocasiones en las que me detuve en el pequeño pueblo en el que nació mi madre, Castillejo de Robledo.
Castillejo de Robledo es un pueblo coqueto, situado en la confluencia de tres provincias: Burgos, Segovia y la misma Soria. Posee cierta fama, pues forma parte del Camino del Cid y tiene un castillo -o lo que queda de él- bastante atractivo. Lo curioso fue encontrar allí a Tod Eldritch, y más aún tener la oportunidad de charlar con él y conocer su obra en profundidad.
Porque Tod Eldritch es uno de esos escritores tímidos, introvertidos, desconocidos tanto por el gran público como por el fandom más irrendento, que necesitan ser reivindicados para que su obra salga a la luz.
Recuerdo que, tras tomarnos unos vinos, me dejó un ejemplar de Réplicas en Paraíso, su primera novela y quizá la más fresca, la más vital. Quedé asombrado, realmente asombrado. Los que me conocen saben que adoro la prosa y el sentido de la aventura de Jack Vance, y la obra de Eldritch exhalaba ese aroma a clásico por los cuatro costados. Un space-opera aventurero en toda regla, de los que da gusto leer, pero además con un transfondo cínico, melancólico, que tanto agrada al lector curtido.
Entablamos una amista a través de cartas y viajes, bien de Tod Eldritch a Madrid, bien míos a ese pueblo tan maravilloso que he redescubierto a través de sus ojos. Con el paso del tiempo he leído todos sus libros, e incluso me he atrevido a reinventar su figura en un relato, Recuerdos de mi hermana, convirtiéndolo en el fantasma que siempre quiso ser, y he visitado Waheri en otro, El instante más triste, atraído por ese mundo fantástico, inabarcable, lleno de maravillas y de horrores.
Sirva esta primera entrada como un apunte, un pequeño esbozo de la figura de uno de los escritores que más me ha impresionado, tanto en su obra literaria como -y esto es mucho más difícil, mucho más hermoso- en su faceta humana.
Tod Eldritch merece ser redescubierto, merece ser reeditado, y que su obra no se pierda entre las toneladas de libros insulsos que año tras año se editan en nuestro país.
Ah, y como último apunte, él mismo (espoleado por mi entusiasmo y, si se me permite, con algo de ayuda por mi parte) ha abierto una ventana en la red de redes para sus lectores.
Bravo, Tod.
Yo creo en tí.
Espero que pronto muchos más lectores puedan hacerlo.

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